viernes, 23 de agosto de 2024

A VOLAR JOVEN

 A VOLAR JOVEN
Si alguna vez  no fuiste contestatario o mortificaste a algún adulto no tuviste juventud.

El pasado lunes 12 de agosto y como de unos años a la fecha por iniciativa de la ONU se celebró el Día Internacional de la Juventud. Esta mención en su agenda tuvo como intención el hacer visibles a los jóvenes  además de promover en ellos una protagónica actuación ante los desafíos sociales de los tiempos actuales, puntualmente a los que a ellos involucran directamente. ¿Cómo la ven? Como si se lo mereciera esta legión de insensibles que llevan al traste todos nuestros bonitos usos y costumbres. En medida de lo posible esta occidental celebración pretende abonar a erradicar el prejuicio en el que abordar el tema de las juventudes en la conversación es para responsabilizarles en alto porcentaje de lo mal que van las cosas. Al final de todo los jóvenes de hoy no son menos que los de ayer pero que quede claro que tampoco serán más que los jóvenes del mañana, solo es cuestión de platicar con ellos.

Históricamente las juventudes pagan su cuota de peaje y bienvenida al mundo de los adultos en manos de la generación que le precede. Hay muchos “nuevos señores” que no saben abandonar con donaire las cosas de la juventud –diría aquel poema- y se dedican a sangrar desde según ellos su importante posición de “madurez y buen saber” a quienes vienen detrás de ellos, es decir toman por fuerza el dudoso honor de limitar y desanimar a la generación entrante que viene emergiendo en búsqueda del logro de sus proyectos de vida. Sería una similar actitud a la de  un grupo de apáticos individuos sin iniciativa compartiendo sobremesa con un emprendedor, quien con todo el entusiasmo comenta sus planes y ellos con su lenguaje no verbal o comentarios indiferentes le hacen tambalear sus bríos.

La llamada  por algunos “generación de cristal” –vaya usted a saber con qué intenciones-  está llegando a la edad adulta. A estos jóvenes del tiempo presente como ritual social se les están dando algunos estate quietos “para que se curtan”. Hasta hace un tiempo se han dejado de lado  las muy constantes exhibiciones algunas muy buenas por cierto de nuestros queridos millenials porque le está llegando el turno a la generación Z. Ni modo, también les tocó el hecho de que descubriendo y queriendo revolucionar el orden de ciertas cosas quedan “exhibidos” en buena parte porque les tocó crecer como conejillo de indas  en la sobreexposición de las pantallas en sus esfuerzos por institucionalizar los nuevos hábitos del deber ser de los seres humanos modernos. Gracias al paso del tiempo ya ni quien se acuerde de los  coscorrones cortesía de los baby boomers  recibidos en carne propia por los representantes de la Generación X  sin tanta evidencia audiovisual afortunadamente, esto era –según decían- para que no perdiéramos en el camino hacia la madurez. No hay nada nuevo bajo el Sol, la historia se recicla cual argumento básico de la teoría del eterno retorno, al llegar a esta etapa hay que pagar un derecho de piso cual atleta novato que va a su primera universiada.



Interesante es el conocer algunas particularidades de esta generación que en los próximos años dirigirá los destinos de la sociedad. Se les adjudican a estos individuos  que la tecnología y las redes sociales forman parte de su estilo de vida, son altamente sensibles al maltrato físico, la misoginia, o contaminación ambiental por mencionar algunos temas venidos en la agenda en estos últimos tiempos, se les menciona también como entes con alto sentido de justicia y  como una comunidad profundamente sensible, apareciendo como consecuencia una deficiente  tolerancia a la frustración, a la crítica y al rechazo. Dentro de sus áreas de oportunidad –dirían los coach de vida-  según dicen muestran poco interés hacia la cultura y la lectura a pesar de ser considerados una generación altamente cuestionadora. Algunos de estas características serían consideradas como detalles virtuosos y muy necesarios para el mundo moderno mientras que otros son aspectos a no perder de vista y trabajar en ellos.

Los jóvenes no son un producto terminado como cualquier individuo con ganas de avanzar en la vida y el día a día trae consigo nuevos elementos para la formación integral del individuo sea esto independientemente de la edad o etapa de vida en la que se ubique siempre y cuando exista la voluntad de desarrollo personal.  A  George Bernard Shaw  se le adjudica una frase  que dice: “la juventud es una enfermedad que se cura con los años”  atreviéndose a razonar esto es por el exacerbado ímpetu que tienen los jóvenes al hacer las cosas –se  quieren comer el mundo dirían en el barrio-  virtud la cual en manos equivocadas los convierte en carne de cañón u órgano de choque para realizar acciones y actividades que condenan a las sociedades para beneficio de unos cuantos innombrables.

Esperemos que esta nombrada por algunos “generación de cristal” reclame sus licencias creativas y su genuino derecho a equivocarse como un elemento inherente a su formación personal y social. No son cosas menores lo que les ha tocado y les habrá de venir a experimentar: pandemias, carencia, inseguridades de todo tipo desde las de orden laboral, jubilatorias y de salud como las de orden social en manos de la falta de garantías como ciudadano resultado de un deficiente sistema de gobierno en cuanto a ejecución de las leyes. No existen tiempos mejores sino existe el tiempo, el mejor momento es hoy y esto debe ser una reflexión propia de cualquier individuo independientemente del año de nacimiento pues quejumbrosos, derrotados, irónicos, apáticos así como virtuosos que son  contrapartes de los portadores de la desventura humana los ha habido en cualquier generación. Valores y temores como moneda de cambio en todas las épocas de la vida aparecerán.



En el horizonte no se verá con malos ojos la actitud disgresiva de las generaciones de jóvenes, emanadas tanto de la mano de las virtudes que se les adjudican así como del análisis que ya habrán de estar generando como resultado propio de la hipertextualización de su realidad en manos de algunos "acomedidos" adultos con un aparato inteligente en las manos donde es muy sencillo arreglar vidas ajenas. La recomendación debe ser esa: saber que por más compleja que sea la etapa que habrán de transitar tanto en lo académico, laboral o en el entorno emocional, material y social su lugar no puede ser ocupado por nadie más que por el mismo aunque cada nueva experiencia de vida les parezca un sismo. Felicidades a los jóvenes en su día y a los Forever Young como la canción de Bob Dylan pues “tambor” como decimos los chavorrucos. Jóvenes el mundo es suyo y ya saben que hacer con el.

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